Los resultados muestran cómo niños y adolescentes que comparten la mesa con su familia por lo menos tres veces a la semana son más probables a tener un peso saludable y menos propensos a comer de manera irregular (uno de los primeros síntomas potenciales de los desordenes alimenticios) que aquellos que comparten con su familia a la hora de comer de manera menos frecuente.
En general, las familias que comen 5 o más comidas juntas semanales tienen niños con un 25% de menor probabilidad a enfrentar problemas nutricionales que aquellos que sólo comparten una comida con sus familias,” escribió la investigadora Amber J. Hammons de la Universidad de Illinois. “Compartir la mesa con la familia a la hora de comer parece operar como un factor protector para el sobre peso, alimentación no saludable y desordenes alimenticios.”
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