Los niños experimentan diversos miedos a lo largo de su desarrollo, muchos de los cuales son transitorios, de intensidad leve y específicos de una edad. Estos miedos “evolutivos” son un componente del desarrollo normal. Sin embargo, algunos miedos persisten hasta la edad adulta, son de gran intensidad e interfieren el funcionamiento diario del niño y de su familia.
Hay que distinguir entre miedos “normales” y miedos “clínicos” o fobias, las cuales se definen como patrones desadaptativos de respuestas de ansiedad de los tres sistemas (motor, fisiológico, cognitivo), ante estímulos específicos (oscuridad, animales…)
El conjunto de respuestas que se incluyen en el constructo “fobia” se caracterizan por:
a) Resultar desproporcionadas a las demandas de la situación.
b) No poder ser explicadas o razonadas.
c) Estar más allá del control voluntario.
d) No ser específicas de una edad.
e) Persistir durante un extenso período de tiempo (más de dos años).
f) Ser de tal intensidad que alteran el estilo de vida cotidiano del niño.
